Un, dos, tres a jugar otra
vez!
“Quiero tiempo pero tiempo
no apurado,
Tiempo de jugar que es el
mejor”.
M. Elena Walsh
Muchos
destacan la importancia del juego como medio de formar la personalidad y de
aprender de forma experimental a
relacionarse en sociedad, a resolver problemas y situaciones conflictivas.
Jugando los
niños comienzan a tomar conciencia de lo real, se implican con la acción,
elaboran razonamientos y juicios. El juego es un recurso creador tanto en el
sentido físico como mental, porque el niño durante el desarrollo del juego pone
todo el ingenio e inventiva que posee, la originalidad, la capacidad
intelectual y la imaginación en
actividad.
Según el pedagogo italiano
Francisco Tonucci, sostiene que la utilidad educativa y didáctica de "los
deberes extraescolares" le quitan tiempo de juego y es casi nula y a veces
contraproducente.
La falta de juego, y el gran
incremento de las actividades programadas fuera del horario escolar, desde de
los jardines de infantes y escuelas, a veces no redunda en un mejoramiento
académico, muy por el contrario.
La tendencia es llenar la agenda de
los niños con actividades extraescolares, cuanta más actividad desarrolle mejor.
Sin embargo, es positivo que tenga tiempo de ocio, de no hacer nada, porque así
podrá crear un juego que le permitirá desarrollar su imaginación, habilidad
clave, para el proceso educativo.
En la niñez el desarrollo mental,
aumenta notablemente y la preocupación dominante es el juego, que significa
placer, y a través de ello desarrollan su poder de análisis, concentración,
síntesis, abstracción, socialización, potenciando la inteligencia para resolver
más tarde, problemas de la vida cotidiana.
Los juegos dan al niño la oportunidad
de poner en práctica nuevas ideas al mismo tiempo que se divierten con sus
logros y desarrollan una actitud positiva para la participación en nuevas
experiencias.
Por suerte, jugar no es sólo cosa de
niños. El juego nos convierte en personas curiosas, abiertas al cambio,
comprometidas, críticas, libres, creativas, positivas y alegres. Por ello,
debemos estimular la capacidad de Juego de los niños y jóvenes, pero también
recobrar la nuestra.
¿A que jugábamos, cuando éramos
chicos? Tenemos tiempo “no apurado”
para volver a jugar.